El Consejo Europeo aprueba un documento de promoción de la economía social como motor clave del desarrollo económico y social de la Unión Europea
El Consejo Europeo de ministros de Empleo, Política Social, Sanidad y Consumidores (EPSCO), reunido el pasado 7 de diciembre en Bruselas, aprobó un documento trascendental para el reconocimiento institucional y el apoyo de la Economía Social en la Unión Europea. En concreto, aprobó la resolución sobre ‘La promoción de la economía social como motor clave del desarrollo económico y social en Europa’, que entre otras cosas invita a los Estados Miembros y a la Comisión Europea a que “establezcan, apliquen y sigan desarrollando, según proceda, estrategias y programas europeos, nacionales, regionales y/o locales para reforzar la economía social, el emprendimiento social y la innovación social”.
El texto cita entre sus fuentes el informe de CIRIEC de 2012 sobre ‘La economía social en la Unión Europea’. En él se explica que la economía social une una amplia y rica variedad de formas organizativas formadas en diversos contextos nacionales y de bienestar social, pero con valores, características y objetivos comunes, y combina actividades económicas sostenibles con un impacto social positivo, ajustando al mismo tiempo los bienes y servicios a las necesidades.
La principal conclusión que puede extraerse es que la economía social en Europa es muy importante en términos humanos y económicos, ya que proporciona empleo remunerado a más de 14,5 millones de europeos, cerca del 6,5 % de la población ocupada de la UE 27 y cerca del 7,4 % de la de los antiguos 15 Estados miembros de la UE.
En países como Suecia, Bélgica, Italia, Francia y los Países Bajos representa entre el 9 % y el 11,5 % de la población ocupada.
Estos agregados subrayan el hecho de que se trata de una realidad que no pueden ni deben ignorar la sociedad y sus instituciones.
En la primera mitad de 2010, cuando parecía que había terminado lo peor de la actual crisis económica, la Comisión Europea puso en marcha la Estrategia Europa 2020 para lograr una recuperación sostenible aprovechando con resolución y dinamismo todos los puntos fuertes y el potencial de la sociedad.
Los tres pilares
La Estrategia establece tres prioridades básicas: crecimiento inteligente (desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la innovación), crecimiento sostenible (fomento de una economía más competitiva, más ecológica y que utilice los recursos de manera más eficiente) y crecimiento integrador (fomento de una economía con elevados niveles de empleo que genere cohesión económica, social y territorial).
Como indicadores de estas prioridades se establecieron cinco objetivos específicos: aumento de la tasa de empleo del 69 % al 75 %, inversión del 3 % del PIB en I+D, reducción del efecto invernadero mediante el desarrollo de energías renovables y el aumento de la eficiencia energética, reducción de la tasa de abandono escolar, y reducción del 25 % del número de personas que viven en la pobreza; dos años después, a mediados de 2012, estos objetivos están más lejos que en 2010.
La pobreza y el desempleo han aumentado en la UE (25 millones de desempleados) y la cohesión social y territorial no ha avanzado.
Es evidente que la economía social en conjunto está desempeñando una función indispensable en la construcción de Europa y puede contribuir a las prioridades del crecimiento inteligente, sostenible e integrador.
En época de crisis, y ante la gravedad de la situación económica de las empresas industriales en las que trabajaban, innumerables grupos de trabajadores han optado por transformar o reactivar estas empresas como cooperativas para mantener sus empleos.
Crear empleo
En los últimos decenios, los datos estadísticos han demostrado que la ES constituye un poderoso sector de creación de empleo en Europa, y que es más sensible al empleo que otros sectores de la economía.
En España, el país europeo con la mayor tasa de desempleo, el empleo en las cooperativas cayó un 9 % entre 2008 y 2012, mientras que el empleo asalariado en el sector privado cayó un 19 %,más del doble.
La economía social desempeña un papel importante en la transformación y evolución de las sociedades contemporáneas, los sistemas de bienestar social y las economías y, por ende, contribuye sustancialmente al desarrollo económico, social y humano de Europa, y más allá de Europa, y es complementaria a los sistemas de bienestar social existentes en muchos Estados miembros.
La economía social contribuye además al logro de varios objetivos clave de la UE, a saber: un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, empleo de alta calidad, cohesión social, innovación social, desarrollo local y regional, y protección del medio ambiente. También constituye una herramienta importante que contribuye a garantizar el bienestar de las personas. Y algo aún más relevante, la economía social es un sector que ha capeado la crisis económica mucho mejor que otros sectores y cada vez se reconoce más su papel a nivel europeo.
Visibilidad de la ES
En los últimos años, la economía social ha aumentado su visibilidad política como un sector que constituye un pilar importante, sobre todo en términos de empleo y cohesión social en Europa, y que es además clave para lograr los objetivos de la estrategia Europa 2020.
La estrategia de Roma de 2014 determinó los ámbitos en los que era necesario intervenir según los diversos actores que habían trabajado para promover la expansión y el refuerzo de la economía social como motor clave del desarrollo social y económico en Europa.
Inspirándose en la fuerza de una larga tradición de economía social, los emprendedores sociales son motores de cambio y participan activamente para desarrollar y poner en práctica soluciones innovadoras a los principales retos económicos, sociales y medioambientales a los que se enfrenta la Unión Europea.
Por empresas de economía social se entiende un conjunto de organizaciones basadas en la primacía de las personas sobre el capital, que incluyen formas organizativas como cooperativas, mutuas, fundaciones y asociaciones, así como nuevas formas de empresas sociales y pueden ser consideradas vectores de la cohesión económica, social en Europa, ya que sirven para crear una economía social de mercado pluralista y resiliente.
Actuando en el interés general, las empresas de economía social crean puestos de trabajo, aportan productos y servicios socialmente innovadores, facilitan la integración social y promueven una economía más sostenible y anclada a nivel local. Se basan en los principios de solidaridad y emancipación.
Las empresas de economía social son agentes económicos cuyo objetivo principal es crear un impacto social positivo. Por definición, las empresas de economía social utilizan la mayor parte de sus beneficios más como un medio para lograr sus objetivos sociales fundamentales que para repartir el máximo de beneficios a sus propietarios o accionistas. Sus actividades se basan, fundamental aunque no exclusivamente, en modelos de negocio con un reparto limitado de los beneficios, cuyos excedentes son reinvertidos en nuevos desarrollos de sus actividades.
La Iniciativa en favor del emprendimiento social de la Comisión establece un plan de acción general para apoyar la innovación social y ayudar a construir un ecosistema para promover las empresas sociales, en estrecha asociación con los Estados miembros y con los diferentes interesados. Esta iniciativa definió tres líneas de acción que realmente se dejarían notar y mejorarían la situación sobre el terreno de las empresas sociales: mejorar el acceso a la financiación; aumentar la visibilidad del emprendimiento social y mejorar el entorno jurídico.
La ES entra en la agenda europea
El conjunto de medidas sobre inversión social de 2013 dio una orientación a los Estados miembros sobre el modo de lograr que las políticas sociales fueran más eficaces, y efectivas y reafirmó que la inversión social consiste en invertir en las personas para potenciar sus competencias y capacidades y ayudarlas a participar plenamente en la vida laboral y social. En un momento histórico en que Europa se enfrenta a retos gigantescos por lo que respecta al desempleo y la exclusión social, así como a cambios demográficos, las empresas de economía social tienen que desempeñar una función fundamental en la mejora de las perspectivas actuales y futuras de las mujeres y hombres tanto en la sociedad como en el mercado laboral.
En la Declaración de Estrasburgo, más de 2 000 agentes sociales, entre ellos, responsables políticos, emprendedores sociales y partidarios de la empresa social, que representan la rica diversidad de la economía social de Europa, han reafirmado que las empresas sociales deben desempeñar un papel más importante en el futuro de Europa, y han identificado nuevas ideas y acciones para desbloquear su potencial de crecimiento inteligente, sostenible e integrador.
La Declaración de Milán del Comité Económico y Social Europeo sobre la acción que se ha de emprender a nivel de la UE estableció una serie de propuestas y recomendaciones generales sobre el modo de apoyar de una manera eficaz la innovación social y la política de inversión social. En concreto, en la Declaración se afirma que corresponde al Estado y a las autoridades públicas en general la responsabilidad última de garantizar un acceso equitativo y universal de los ciudadanos a un alto nivel de bienestar y que las disposiciones de segundo grado son normalmente complementarias y no sustituyen a las disposiciones estatales de primer grado.
La Resolución adoptada por el Parlamento Europeo en 2015 destacaba la función del Emprendimiento social y de la innovación social en la lucha contra el desempleo. La Hoja de ruta de la Presidencia luxemburguesa sobre la promoción de las empresas de economía social en Europa se centra, en particular, en el desarrollo de las empresas de economía social, pero al mismo tiempo destaca la importancia de un ecosistema global para la economía social en Europa. Hace especial hincapié en la necesidad de crear un ecosistema financiero adecuado capaz de proporcionar un apoyo eficaz a la innovación social.
El debate internacional sobre el desarrollo de la economía social y solidaria se hace cada vez más potente, y podría contribuir a conformar la agenda 2030 sobre desarrollo sostenible.